—Hola papa —exclamó Olivia desde la puerta del jardín de la nueva casa de su padre.
—Ohhh Oli cariño, que pronto has llegado —su padre se acercó y la abrazó cariñosamente.
—¿Qué tal estás papa? —quiso saber su hija al notar a su padre algo nervioso.
—Ohhh muy bien cariño, muy bien , te enseñaré la parte trasera dónde he puesto la barbacoa y…
—Te quería hablar de la casa —interrumpió el monólogo de su padre algo nerviosa Olivia
–Sí, después pero ahora déjame que te enseñe la barbacoa —Toma la cogió del brazo para guiarla a la parte trasera de la casa.
—Déjame dejar las cosas dentro primero, que el pastel se me va a…— empezó a decir Olivia cuando una voz que provenía del interior la hizo callar de golpe, miró a su padre y este cerró los ojos.
—Tom me marcho ya cariño —todo quedó en silencio —. ¿Tom? —una mujer con el pelo corto y rizado asomó la cabeza por la puerta delantera, iba vestida con un traje de sanitaria y al vernos se quedó paralizada y abrió mucho los ojos.
—Sandra —su padre carraspeó—. Te presento a mi hija Olivia.
—¿Mi padre tiene novia? —pensé, mi cabeza me iba a explotar, vale mi padre era adulto pero… ¿Novia?
—Hola —sonrió Sandra acercándose tímidamente—. Yo lamento mucho que…
—Sandra —interrumpió—. Está todo bien , esto tenía que pasar y bueno ha pasado.
—Hola Olivia , encantada —dijo Sandra. Olivia estaba petrificada mirando a aquella mujer que por cierto era guapísima, con unos ojos color caramelo y una sonrisa arrebatadora.
—Oli —la regañó su padre.
—Ohhh yo… Lo… Lo siento —dijo Olivia finalmente relacionando—. Encantada, es solo que no me lo esperaba y… Yo…
—Tu padre ha querido ser muy discreto, y la verdad pensábamos que ibas a llegar más tarde —Sandra sonreía.
—Sí, es solo que quería hablar a solas con mi padre, por eso vine antes —se justificó Olivia.
—-Ohhh si claro , yo me marcho —dijo Sandra acercándose a Tom sin saber si se podían dar un beso o no.
—No, no te marches —dijo rápidamente Olivia.
—Tengo que trabajar —explicó señalándose el uniforme de sanitaria.
—-Ohhh —contestó Olivia. Tom se acercó a Sandra y le dió un caluroso beso en la frente.
—Que pases un bonito día —dijo él.
—Y tu también cariño —ella le abrazó y la cara de su padre se iluminó. Olivia se sintió terriblemente mal , porque no recordaba la última vez que había visto a su padre así de feliz, no recordaba sentirlo tan feliz y una lágrima involuntaria , que pasó desapercibida para los tortolitos, resbaló por su mejilla.
—Oli yo…—empezó a justificarse su padre una vez Sandra se hubo marchado.
—Papa —interrumpió ella—. No tienes que darme explicaciones por nada, eres mayorcito para saber lo que tienes que hacer, es solo que no me lo esperaba.
—Gracias hija —contestó su padre abrazándola y dirigiéndola en esta ocasión hacia el interior de la casa.
—¿Thomas lo sabe? —quiso saber su hija.
—Sí —contestó el padre intentando no darle importancia.
—¿Porque ? –quiso saber ella sentándose sobre el taburete que había situado al lado de la cocina .
—Toma —su padre le ofreció una cerveza que ella aceptó encantada—. La verdad es que tu lo pasaste muy mal cuando tu madre y yo decidimos dar el paso, y no quería que sufrieras más de lo que ya has sufrido.
—Sandra y tu… ¿Ya estabais antes de que mama y tu…? —quiso saber Olivia.
—No Oli, jamás le fui infiel a tu madre, eso debes saberlo —explicó su padre muy serio.
—vale, perdona, es solo que os he visto tan… Tan bien que… bueno….no se… hace tan solo seis meses que mama y tu os separasteis… Yo…
—Oli, conocí a Sandra la noche del accidente de tu hermano, fue extraño, era como si nos conociéramos de toda la vida y bueno…
—Esta bien papa no tienes por qué darme explicaciones —se apresuró a decir Olivia.
—Solo quiero que sepas que está todo bien, que no debes preocuparte y que tu madre… Tu madre está al tanto y—Tom tenía la voz nerviosa.
—¿Se lo has contado a mama? —preguntó Olivia abriendo los ojos.
—No hizo falta Oli, notó ella misma la química entre nosotros en el hospital cuando vino a recoger a tu hermano.
—Oh vaya , eso tuvo que ser raro —declaró Olivia moviendo la cabeza.
—Tu madre se alegró por mi Olivia, y por ella —entonces fue de la mejilla de Tom desde donde una lágrima resbaló cautelosamente.
—Papa —Olivia se levantó para abrazarlo.
—Tu madre me dijo que ella ya podría estar tranquila sabiendo que alguien cuidaría de mí, que tendría a alguien al llegar a casa —Olivia miraba a su padre sin entender nada—. La separación era algo inevitable pequeña, tu madre ha sido la mujer de mi vida, me ha dado los mayores regalos que la vida me ha podido brindar, a vosotros, pero nuestros caminos habían acabado, nuestro cometido juntos en la vida había finalizado y debíamos emprender un nuevo camino por separado.
—Papá, ¿ cómo puedes decir que ha sido la mujer de tu vida y querer divorciarte? No lo entiendo —Olivia se limpió la cara.
—Cariño, hay muchas forma de amar y nosotros nos amamos durante la mayor parte de nuestra relación, pero ese amor como pareja se fue apagando porque ambos fuimos evolucionando. El problema surgió porque no evolucionamos juntos, evolucionamos por separado y eso hizo que siguiéramos amándonos como vuestros padres, pero como matrimonio ya no nos amábamos. Hay etapas en la vida, y hay que saber cuando una etapa ha finalizado y hay que comenzar otra. La vida mi pequeña Oli es verdaderamente corta y fue precisamente tu madre la que me lo hizo ver.
—¿Mama? Ella fue la que propuso el divorcio entonces —exclamó Olivia.
—No exactamente , ella fue la que me hizo ver que entre nosotros como pareja ya no quedaba nada, y te aseguro que cuando me di cuenta sentí uno de los dolores más grandes que he sentido en toda mi vida. Sentí morir, sentí que algo dentro de mí se rompía, pero al mismo tiempo ese dolor me aliviaba.
—Creo que te entiendo —dijo Olivia.
—Tu madre y yo nos amaremos hasta que nos muramos y si ella me necesita estaré ahí, siempre porque ella es y será para siempre la madre de mis hijos y eso es algo grandioso que nos ha otorgado la vida. Un auténtico regalo, y cuando me di cuenta de eso, me di cuenta de que debíamos separarnos porque juntos nos estábamos haciendo daño y lo último que queremos tanto ella como yo es herirnos.
—Pa te quiero mucho —Olivia abrazó a su padre.
—Oli cuando has llegado me has dicho que querías hablar de la casa —dijo su padre ofreciéndole un trozo de papel de cocina para que se limpiase.
—Oh sí, espera que me recomponga un poco porque menuda bomba me acabas de soltar papa —declaró esta sonándose los mocos.
—Perdona, no lo había planeado así hija —se excusó su padre.
—No pasa nada —rió ella un poco más tranquila.
—¿Salimos al jardín? —propuso el padre.
—Sí, necesito que me dé el aire un poco.
—Otra cerveza? —preguntó Tom.
—Prefiero un agua con gas —se sinceró ella—. Como me tome otra cerveza no voy a saber ni lo que voy a decir, no he desayunado nada y se me ha subido a la cabeza.
—Pues eso vamos a arreglarlo —su padre abrió la nevera y sacó un enorme pincho de tortilla.
—¿Lo has hecho tu? —preguntó con los ojos como platos.
—No, Sandra —sonrió su padre—. Hace la mejor tortilla que probado en mi vida, supera a la de tu abuela Ana.
—Imposible —replicó Olivia. Su abuela Ana, la madre de su madre, hacía la mejor tortilla de patatas de todo el mundo.
Salieron al jardín y se acomodaron en una zona con dos tumbonas que miraban directamente hacia la zona de la piscina, era una piscina más bien pequeñita que no cubría pero hacía su función durante los meses más calurosos del año.
—Pa,¿te acuerdas de que una vez subí al desván de casa? —empezó Olivia.
—Si —su padre la miró algo receloso—. ¿Que sucede?
—Últimamente, estoy teniendo unos sueños muy extraños.
—¿Qué clase de sueños ? —quiso saber su padre carraspeando como si algo se le hubiera atascado en la garganta.
—Sueño con una señora bastante mayor que está en la buhardilla de la casa — se quedó mirando a su padre, este le bajo la mirada.
—¿Y? —preguntó.
—Recuerdo que una vez subí a la buhardilla y tu estabas en mitad de un círculo de velas leyendo un libro.
—Con que te acuerdas —afirmó su padre más para él que para su hija.
—No me acordaba hasta el otro día que decidí ir a la casa y subir a la buhardilla —explicó ella. Su padre se incorporó.
—¿Has ido sola a la casa? —-preguntó algo preocupado.
—Me acompaño Sofía.
—Deberías habérmelo dicho Oli —replicó su padre.
—¿Qué es lo que sucede en esa buhardilla? —insistió ella.
—Nada, no sucede nada —contestó.
—¿Y por qué te has puesto tan nervioso? —preguntó,su padre no contestó—. Papa la mujer me ha hecho esto —Olivia se levantó la camiseta que llevaba y le mostró los moretones que todavía se distinguían. Su padre al verlos ahogó un grito y se levantó inmediatamente.
—¿Te ha hecho algo más? ¿La casa te ha hecho algo más? —la tocaba por todos sitios sin ver nada en concreto.
—Estoy bien papa, solo quiero saber que pasa. Cuando estuve allí una voz me habló y…
—¿Te llevó al remolino? —quiso saber cogiéndola de los brazos.
—No se que es el remolino, pero me hizo transportarse a la mitad de la buhardilla y me dijo que no entendida porque la habías abandonado, primero me preguntó por la abuela y luego me dijo que hablara contigo.
— A tu abuela se le daban muy bien estas cosas, a mí… a mí sin embargo… me dan miedo, no las quiero en mi vida Oli.
—¿Es un fantasma verdad? —preguntó Olivia.
—¿Un fantasma? —preguntó Tom.
—La mujer que me habló, la mujer de mis sueños —aclaró Olivia.
—Ojalá tu abuela estuviera aquí para ayudarte, yo no se si —su padre se levantó y empezó a dar vueltas por el pequeño porche—. Ella te lo explicaría bien , sin miedo, sin temor y te enseñaría a hablar con ella, bueno con ellas.
—Podemos ver fantasmas ¿verdad? Como la serie esa que la chica ve fantasmas ¿verdad? —quiso saber Olivia algo emocionada. Su padre se giró para mirarla con cara seria.
—No Olivia, no podemos ver fantasmas, o por lo menos yo no puedo. Tanto tu abuela, como yo y ahora por lo que me estás contando tu también tenemos la capacidad de ver y sentir el alma de las casas —se quedó en silencio observando la rección de su hija.
—¿El alma de…? ¿que? —Olivia parpadeaba sin entender nada. Su padre suspiró.
—Todas las casas tienen un alma, un alma que va creciendo con el paso de las familias que viven en ellas. Y a sí como una casa envejece su alma también. ¿No te ha pasado alguna vez que entras en una casa y sientes paz? ¿O al revés que estás incómoda y te quieres ir? —preguntó su padre. Olivia se quedó unos segundos pensando.
—La verdad es que ahora que lo dices sí, recuerdo que hace poco fui a visitar a unos amigos y estuve tan a gusto en su casa que me hubiera dormido y todo.
—Es porque sentías el alma de esa casa cariño —su padre suspiró y se frotó la cara preocupado.
—Nuestra casa tenía miedo papa, ¿ porque? —quiso saber Olivia.
—Por qué la he abandonado sin explicarle el motivo —contestó su padre mirando al horizonte.
—¿Por que? —reclamó Olivia.
—Cuando murió tu abuela, sentí tanta rabia que involuntariamente me enfadé con la casa, Ella, la casa era lo único que me quedaba de mi madre, Ella era lo que me unía a mi madre y eso me provocaba un dolor tan grande que lo único que pude hacer en ese momento fue alejarme —explicaba su padre—. Luego me centré en mí, luego tu madre y yo y… la vida pasa muy rápido Oli.
—¿Entonces la casa se piensa que la hemos abandonado? —preguntó Olivia analizando todo lo que su padre le había explicado. Su padre asintió con la cabeza—. Quiero decir que ella es como si fuera una persona ¿no?
—No exactamente, ella es como un ser sin cuerpo, nosotros podemos llegar a sentir lo que ella siente, no siempre evidentemente.
—Pero yo la he visto como una anciana —explicó Olivia.
—Porque ella es un alma vieja, como la casa y tienes la gran suerte de que ella se ha dejado ver —su padre sonrió—. Yo jamás la he visto sin embargo tu abuela si la veía.
—¿Mi hermano también lo tiene?
—Que yo sepa no —contestó su padre.
—¿Mama lo sabía?
—Sí, ella lo sabe todo, pero le daba muchísimo miedo y era por eso que vosotros teníais prohibido subir a la buhardilla, tenía la esperanza de que si no entrabais jamás se os desarrollaría el don.
—Y yo entré —reconoció Olivia.
—Sí y tu entraste —su padre rió.
—¿Qué te hace gracia? –quiso saber ella.
–Que eso te pasa por ser igual de curiosa que tu abuela Agnes.
—Como me gustaría que estuviera aquí —confesó ella.
—Y a mí te lo aseguro hija—contestó su padre.
—Bueno y… ¿Ahora que debemos hacer? —preguntó Olivia.
—¿A que te refieres? —preguntó el padre metiéndose un trozo de tortilla en la boca—. Por Dios pruébala —Olivia se metió un trozo de la boca y abrió los ojos de par en par.
—¿Seguro que no es la tortilla de la abuela Ana? —su padre se la quedó mirando serio—. Era broma pa, está deliciosa de verdad.
—Se lo diré a Sandra luego, se va a poner contenta.
—No me cambies de tema —le regañó su hija.
—Yo no estoy…
—Papa tenemos que ir a la casa antes de que se venda, le tenemos que explicar que… No se que se le explica a una casa —Olivia se quedó en silencio pensando.
—Hay que pensar que hubiera hecho tu abuela —dijo su padre.
—Darle las gracias lo primero, tu deberías pedirle disculpas y luego explicarle que otra familia va a entrar a vivir allí ¿no? —propuso Olivia.
—Vale –dijo su padre—. Yo te acompaño y tu hablas con ella.
—Iba en serio cuando dijiste que te daba miedo —Olivia tenía la boca abierta.
—Me da pavor la voz de esa mujer —reconoció su padre.
—Yo le llamo la señora —explicó Olivia—. El domingo que viene excursión a la casa —esta sonrió de oreja a oreja y su padre suspiró.
—Yu- hu —exclamó su padre con tono irónico.
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