Eplílogo - leer...

Publicado el 16 de septiembre de 2023, 8:40

—Niños a comer —grita Lucia desde la cocina. Sus dos hijos Marcos y Sara bajan las escaleras de su nueva casa a toda prisa.

—¿Qué hay de comer? —quiere saber Marcos, que tiene siete años y es el menos de los dos hermanos.

—Comida —contesta su madre.

—Mmmmm huele a… —empieza a decir Sara de doce años, al mismo tiempo que olfatea el aire para intentar averiguar que hay dentro de la olla que todavía sigue en el fuego—. Huele a albóndigas con tomate.

—Hija que olfato tienes —dice su madre con una sonrisa—. Venga poned la mesa —los chicos obedecen  y rápidamente ponen el mantel, tres platos con sus cubiertos correspondientes y tres vasos.

—El pan Sara que yo no llego — dice Marcos a su hermana. Esta sonríe con aire de autosuficiencia.

—Tranquilo algún día crecerás —contesta ella con rin tintín. Ambos hermanos se llevaban muy bien pero a Sara le gustaba hacer notar que ella era cinco años mayor que su hermano y siempre que tenía ocasión lo hacía notar. Su hermano Marcos que para ser muy pequeño a veces parecía que tenía más cabeza que su hermana , simplemente no le daba la más mínima importancia.

—Normal, creceré como cualquier niño —contesta él sin más.

—Igual tardas más de lo normal —replicó la niña al ver que sus palabras anteriores no habían causado ningún efecto en su hermano pequeño.

—Sara por favor —le regaña su madre. Sara mira a su madre que estaba con la mirada fija muy seria.

—Perdona mama, era solo una broma —se justifica Sara.

—Mama —intervino Marcos —. ¿Algún día se irá este olor a viejo?

—¿A qué te refieres? —quiso saber su madre al mismo tiempo que servía en los platos la comida.

—A que esta casa huele a viejo, no se, huele como olía la casa de la abu Julia —explica el niño.

—No huelo a viejo —contesta Sara con una voz que parecía salir de la ultratumba.

—Sara —regaña su madre inquisitivamente—. Tu hermano no ha dicho que huelas mal.

—Se ha metido con mi olor —replica Sara que estaba tiesa como un palo en la silla.

—¿No hueles la casa Sara? —quiso saber su hermano mirándola.

—Empezamos mal jovencito, muy mal —replicó Sara.

—Sara —su madre elevó el tono de voz y le dió un toque en el hombro—. Haz el favor de comportarte que pareces una cría, tu hermano en ningún momento te ha dicho que huelas mal…

—Mama yo … No…. — se excusó la niña.

—Entiendo que para ti todo esto es un cambio muy importante cariño —prosiguió la madre—. Cambio de ciudad, de amigos , de casa pero…

—Mamá , es que yo no he dicho nada… No se que me estás…—se interrumpió para tocarse la lengua—. Tengo la boca como con cemento.

—Pues las albóndigas de mama están deliciosas —interviene Marcos metiéndose la mitad de una de ellas en la boca.

—Sara —su madre se sentó a su lado y le cogió de la mano —. Se que esto no es fácil para ti, pero a tu padre le han ofrecido un puesto buenísimo como socio en el despacho y yo por fin voy a poder cumplir mi sueño de ser maestra.

—Mamá , de verdad que yo no…

—Hija todo va a salir bien —su madre le apretó la mano y en ese momento en la mente de Sara se visualizó la imagen de una mujer muy anciana que la miraba recelosa.

—Mamá, tengo… Tengo miedo —confesó finalmente.

—Cariño —su madre la abrazó—. No debes tener miedo, los cambios dan vértigo, lo sé pero muchas veces son para bien, para mejorar.

—La casa mamá, creo que me da miedo la casa —titubeó

—¿La casa? —preguntó la madre atónita—. Si es una casa preciosa, es verdad que necesita algunos arreglos, pero poquito a poco la iremos poniendo preciosa, a nuestro gusto, piensa que ahora está todavía la esencia de los anteriores propietarios.

—¿Que es propietario? —quiso saber Marcos.

—Son las personas que habitaron en esta casa cariño, ellas la hicieron suya y ahora nosotros la haremos nuestras ¿ entendeis? —su madre sonreía mirando a su alrededor—. Me siento segura en esta casa, me siento literalmente en casa.

—Entonces sed bienvenidos —dijo Sara en voz alta con una media sonrisa.

—Hija por dios , hoy te has levantado rarita ehhh.

—¿ El que? —preguntó Sara.

—Venga come que luego quiero que vayamos a un vivero que he visto en el pueblo para poblar la zona de la entrada de hortensias y un precioso jazmín para que durante las noches de primavera y verano nos embriague el fantástico perfume  de sus flores 

—Es mi flor favorita , gracias —dijo de  nuevo Sara con la voz de ultratumba y con una lágrima recorriendo la mejilla.

—Sara hija, por dios.

—Mama no me encuentro muy bien, me siento cansada pero feliz al mismo tiempo, voy a subir a la habitación un rato — su madre asintió mirándola recelosa 

Sara subió las escaleras pausadamente, se sentía extremadamente mayor, se sentía muy cansada, y entonces en su cabeza resonaron las palabras “ bienvenidos a vuestro nuevo hogar, ya te dejo descansar querida Sara”

 

FIN



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