Mi nombre es Toni y me gustaría compartir con todos vosotros una experiencia que tuve, allá por el año 1975, yo tendría dieciséis años y veraneaba en el precioso pueblo de Zurgena situado en la provincia de Almería, en España.
En ese momento yo estaba con un grupo de chicos del pueblo con los que nos juntábamos cada verano cuando un silbido familiar me hizo levantar la cabeza, era mi padre que me llamaba para que me acercara, él estaba sobre una pequeña elevación situada encima de unos bancales de naranjos.
—¿Qué sucede padre? —quise saber algo intrigado.
—¿Qué es eso Toni? —mi padre señaló hacia el bancal y allí frente a nosotros se suspendía una especie de plato gigante de metal, cuando digo gigante me refiero al tamaño de un autobús, como diez o doce metros.
—Eso es… — es lo único que acerté a decir, pues ese objeto suspendido en el aire me tenía atrapado, no podía dejar de mirarlo. Estaba allí estático sin hacer ningún tipo de sonido, ni tampoco tenía luces. Eso fue lo que más me llamó la atención en ese momento, se veía claramente que no era un globo y dada su estructura era imposible que se mantuviera flotando sin hélices o reactores que lo mantuvieran, sin embargo allí estaba esa especie de plato de metal del tamaño de un autobús, quieto como si la gravedad terrestre no le pudiera afectar.
—Existen de verdad—dije.
—Existen —corroboró mi padre.
En ese momento lo único que quería era mostrárselo a los chicos del pueblo, que todos pudieran ver ese fenómeno que para mí ya podía catalogar de fenómeno extraterrestre.
—¿Qué pasa Toni? —preguntó mi hermano pequeño que se acercó junto al resto de chicos.
—Mirad —señalé el objeto.
—Eso es… —atisbó a decir uno de los chicos
—No puede ser… —dijo otro.
—Las historias de mamá Toni —dijo mi hermano. Yo asentí con la cabeza y en ese momento me hubiera gustado tener mi cámara para poder inmortalizar el momento, pero no quería moverme ni un solo centímetro de donde estaba para que aquello no desapareciera, y justo el platillo se empezó a desplazar silenciosamente hacia nosotros y en décimas de segundos se puso sobre nuestras cabezas a unos cinco metros de distancia.
—Guaaaa —atisbó a decir uno de los chicos. Y allí nos quedamos todos hipnotizados por ese platillo que instantes después, no sabría deciros el tiempo transcurrido, pudieron ser segundos o minutos, desapareció a una velocidad increíble para fundirse con las estrellas que ya estaban empezando a aparecer en el cielo.
Por si os preguntáis, en ningún momento tuve miedo, podría decir que ninguno de los que estuvimos allí lo tuvo, era tan fuerte la sensación de contemplar aquello y realmente tan inútil hacer nada que simplemente estábamos expectantes para ver que podía suceder. ¿Aterrizaría y saldrían seres del interior? A esas alturas lo que tuve claro, tan claro como lo tengo ahora, es que esa tecnología de inhibir la gravedad terrestre, seguramente por magnetismo aún no la poseemos. Quiero dejar claro que el platillo no tenía ningún tipo de ventana, ni luces, así como tampoco seres verdes, simplemente reflejaba un color gris metálico, aunque he de decir que lo que sí captó mi interés durante los pocos instantes que estuvo sobre nuestras cabezas fue una especie de círculos concéntricos dentro de un triángulo que estaba en los bordes de la base, si cierro los ojos recuerdo que era como un ojo dentro de un triángulo, como el que vemos representado en la Santísima Trinidad, o en los Illuminatis, el mismo ojo de las pirámides.
Tengo que aclarar que mi madre , oriunda de Zurgena, siempre ha contado que cuando ella era pequeña, ahora tiene nada más y nada menos que noventa años, recuerda como un objeto circular les perseguía a ella y a su hermano por los campos, ella les llamaba cometas de metal.
Tiempo después de que el platillo volante desapareciera y nosotros volviéramos a la realidad nos dirigimos a casa de mis abuelos, queríamos contarle a nuestra madre lo que habíamos visto y cuál fue nuestra sorpresa cuando fue ella la que estaba esperándonos en la puerta de casa de mis abuelos para decirnos que ella también lo había visto y que ese era el mismo objeto que los perseguía a su hermano y a ella cuando eran unos críos.
Con este relato no pretendo convencer a nadie, simplemente compartir algo lógico. Hay muchas vidas en el universo (o multiverso) es normal que haya o haya habido contactos con otros seres.
Para finalizar este relato os contaré una pequeña anécdota que me sucedió hará unos treinta años. Conocí a una mujer que estuvo en Chiapas México y habló con indígenas que se ponen en contacto con alienígenas, yo el relato sinceramente lo cogió con bastantes reservas, pero le pregunté que es lo que les contaban estos supuestos alienígenas. Me dijo que estaban preocupados por la opacidad de la Tierra. El otro día vi un reportaje del telescopio Hubble que justamente hablaba de eso.
¿Cómo podían saber los indígenas de Chiapas algo así hace más de treinta años?
Muchas preguntas quedan por resolver, y espero que muchos testimonios sigan saliendo, me siento muy orgulloso de haber vivido aquella experiencia con mi familia y ahora me complace compartirla con todos vosotros.
Hasta pronto.
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